domingo, 25 de diciembre de 2022

M E R A K I

"Si vas a vivir que sea hasta la extenuación"

Me gustaría deciros que es un consejo de alguien especial ya desaparecido o una frase de un libro perdido en un estante inalcanzable, pero no es más que la experiencia susurrándome al oído, es mi propia vida juzgada en el espejo del tiempo, y soy yo dando una vuelta más al calendario de los días. Son mis treinta y cinco, y es mi propia manera de entender cómo esa arena derramada entre las manos reposa en el fondo de los recuerdos sin retorno posible. 

Dicen los griegos `meraki` yo digo poner el alma en cada paso, con pasión y libertad, "haciendo de la interrupción un camino nuevo", yo digo vivir sin conformarme con amar a medias o sentir un rato. Y así se hace la vida, en efecto, aceptando lo que uno es y sobre todo: lo que no es (no digo "lo que no seré", porque intento evitar la mentira con la misma intensidad con la que evito vivir para acomodar el alma de cualquiera). Seré lo que deba, volando alto para verme volando, y volando bajo para no abandonar la seguridad de la tierra... porque sigo aquí , agazapada tras mi sonrisa, colmada de lágrimas y melancolía, de suspiros largos y profundos, de risas breves y liberadas, refugiada en esta piel que tan solo anhela el fuego. Soy esa que en la libertad intentó hacer su hogar y lucha cada día porque ni el viento ni estas o aquellas manos derrumben los pilares de ese sucedáneo de la felicidad. 

Ojalá hacer carne tu ´elogio de la sombra´, Borges: "llego a mi centro, a mi álgebra y a mi clave, a mi espejo. Pronto sabré quién soy". 

Mientras voy viviendo distraída con la vida, mientras los treinta y cinco... ´meraki´ hasta la extenuación. 







domingo, 23 de octubre de 2022

Petricor


Hay aromas que buscamos con insistencia en nuestros recuerdos, que conectan historias a través del tiempo y el espacio, y que construyen el hilo de relatos que, pese a la fugacidad de su esencia, aún no tienen rubricado un final. Desde una lejana noche de primavera con olor a luna creciente, a esperanzas a estrenar y al temor de si serán los cipreses, en hilera de doce, los espías de una intimidad buscada con meticulosa ilusión. El perfume de los atardeceres de verano a miles de kilómetros entre tu arena y mi sal, en distintas playas pero con la misma temperatura en el corazón. La fragancia de la lluvia en una tarde de otoño cualquiera, con la suavidad de un momento que ha sobrevivido al torrente contra el cristal, porque primero fue una lluvia fina, fruto de la manipulación que, a pesar de aquel tratado, solo puede ejercer la pura bondad. Después vino el vendaval, vorágine de pasiones, el fuego que lo arrasa todo y tras su ferocidad... el latido, la respiración lenta y la paz. Ese aroma a piel mojada tiene la consistencia de un sueño, al menos eso, un rincón de la memoria para no morir de realidad. 

"Lo extraño es que no sólo llueve afuera

otra lluvia enigmática y sin agua nos toma por sorpresa

 y de sorpresa llueve en el corazón

 llueve en el alma"

Mario Benedetti. 


* Pintura de Claude Monet, 1886, "La lluvia" 


jueves, 9 de junio de 2022

La gratitud infinita


¿Sabes? es curioso, hoy ha sido una canción, ni si quiera una canción nuestra, no una que nos haya acompañado en tardes interminables ni noches en vela. Supongo que cualquier trocito de belleza empapa el alma y nos traslada a la necesidad de sacar un poco más de corazón cuando creías haberlo dicho todo. 

En este rincón de condimentos hay ríos de tinta que llevan tu esencia y las de las horas de alegría y desdicha de nuestro caminar en este mundo extraño, todo bañado por un amarillo y una luz cegadoras. 

Y pienso, y sabes, que hay personas que no somos capaces de recibir tanto amor, somos esas personas las que nos conformamos con querer a ratos, de a poquitos, más empeñados en dar que en recibir porque no sabemos donde guardar tanto aliento e inmensidad. Somos esos descreídos de la felicidad, poblamos la tierra diseminando dudas y dramas, y aun así seguimos vivos. 

Escribo porque es más fácil deslizar letras que juntar palabras en los labios. Decía Julio que algunas desbordan el alma, cada vez comprendo más la difícil conexión entre la escritura y el mundo, una suerte de desconexión entre la realidad y el devenir de las cosas que, paradójicamente, solo se resuelve descargando tinta. 

Estoy donde siempre, tras un cristal indestructible que jamás se empaña porque la nostalgia está repleta de una claridad apabullante. Desde aquí te veo, como siempre, con la gratitud de un recuerdo que no quiero borrar, en el que quiero vivir para tener la certeza de que todo ha sido real. 

¿Quién puede robarnos el tiempo ahora? Nadie nos ha visto derrochar amor y comprensión a borbotones porque si en algo hemos sido exquisitos es en dar más de lo que se podía. 

Y en esa canción interminable que ha venido a posarse sobre mis hombros esta tarde, he recordado una nota, guardada en el mismo cajón de los delirios que conoces bien, en ella, escrita con la premura de tus inquietas manos reza: "amo tanto tu ausencia como tu presencia. Tu ausencia me obliga a recordarte, lo indispensable que eres para mi y tu presencia me lo confirma..." 

Ahora lo entiendo mejor, tu ausencia me obliga a recordarte y me confirma lo indispensable que fuiste y que eres, porque mi corazón sabe lo que guardar entero. 

De alguna forma cruel comprendiste desde el principio que no tenemos cabida en este mundo, no nacimos para esto y aún la vida nos pide un último esfuerzo, nos pide que peleemos por separado, queriendo creer, debiendo creer, que así seremos más fuertes. Será porque fuimos genuinos a nuestra manera, la única que supimos interpretar. El resto, el mundo de los demás, no era el nuestro.

                                    Al tiempo y al viento nuestro amor, como nuestra vida. 

Un vez te dije que lo que nos quedaba era un sueño, en ese sueño está el triunfo sin dolor, en un tiempo y un espacio que hoy nos contempla imperturbable. Siempre podré sentir que tuve el mayor de los tesoros en tus brazos, el más grande de los desafíos en tus ojos, crecí en tu mirada, muy a pesar nuestro, y perdóneme Señor esa alegría. 

Nos vemos en el futuro, en los sueños, donde nada está escrito a diferencia de esta carta vacía de excusas y explicaciones. Nos vemos donde poder ser lo que queramos sin nombres, sin el reloj pisándonos los talones. Hasta entonces, y para que nada nos separe, que nada nos una. 

Me despido ya, con el deseo de que compartas conmigo las palabras de Borges, "sólo aquello que se ha ido es lo que nos pertenece", me despido hasta que suene de nuevo una canción que nos acerque, una nota perdida en un cajón que nos recuerde, un pensamiento que nos una o una cita que nos salve, porque nos pertenecemos en la inmensidad del recuerdo y de la vida. 

Siempre tuya, siempre nuestros, Ohara. 

                            "pero te quise y te quiero, aunque estemos destinados a no ser..."


* Cuadro de René Magritte, "La Gratitud Infinita"

viernes, 25 de febrero de 2022

Yo he sido tan feliz contigo...

"Si está bien, si está bien, si es tan fácil, por qué duele así... por dentro"

Me va a costar reconocerme sin ti, Winston. 
Sin tu leal indiferencia, bien enmascarada en un flequillo largo y frondoso que no te permitía ver la realidad, ni falta que hacía, porque ella no es mejor que tú. 
"¡No ve!", decían, qué sabrán ellos. Había que vivir en tu mundo silencioso para lograr verlo todo. 
Me a va acostar comprenderme sin ti, un poco más de lo normal. Más que un compañero, eras una excusa para respirar cuando todo alrededor se vuelve irrespirable, una burbuja de aire fresco y limpio, un domingo soleado, y una hora sin tener que disimular. 
Te he dejado ir, pero no te has quejado, días y días sin agachar la cabeza, así eras tú. Un bello ejemplo del amor abnegado y puro y sobre todo: sencillo. Un alma cálida y sencilla, un remanso de paz y la luz que ha iluminado largos momentos de oscuridad durante muchos años de mi vida, pero eso se queda entre nosotros dos, ni si quiera a los ojos piadosos que nos leen hoy les importa. 
No es sencillo vivir, aun menos amar, pero tú me lo has puesto muy fácil. 
Me has mirado fijamente y te he cerrado los ojos, y en ese preciso instante se me ha ido un trozo de bondad y comprensión, soy un poco peor y no hay forma de explicarlo. 
No creo en las frases hechas, Winston, no sé si eras el mejor amigo de alguien pero eras un bastión de fidelidad en un mundo que se derrumba por instantes. 
Estos últimos días hemos conseguido algo inolvidable, nos hemos regalado tiempo y no lo teníamos. Un equilibrio imposible. Y la primavera se ha adelantado unas horas solo para ti, nadie lo comprendía pero era sólo por ti, y hoy de nuevo hace frio, así debe ser. Has olido los almendros y has paseado por los mismos kilómetros que pisamos millones de veces, el mismo suelo, el mismo cielo se ha despedido de ti. Voy a acomodarme en los recuerdos de un tiempo pasado que siempre es mejor, voy a guardarte en lo más profundo de mi alma porque es ahí donde tengo las dos o tres cosas que importan. "Esa necesidad de inventariar el pasado que crece con la soledad y el hastío..."
Soy un poco peor y no hay forma de explicarlo, pero yo he sido tan feliz contigo... 

Te quiero, Winston, gracias por el regalo de tu vida. 




domingo, 26 de septiembre de 2021

Otra rentrée

 "Dejando de un lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo ni que insulte a la sonrisa con una paralela y torpe semejanza..."

Cortázar nos da las instrucciones para llorar, y yo digo: hagámoslo en otoño. La estación tiene todo lo necesario para cumplimentar el llanto con corrección y dignidad. Si es de tristeza no se preocupen, la tristeza está repleta de dignidad, es una precisa reverencia a las cosas buenas y a la nostalgia que dejan, donde hubo todo aquello que creíamos nos acercaría un poco más a la felicidad. Porque lo teníamos todo para ganarle la batalla a la desidia y el tiempo, o quizás no. De verdad pienso que el tiempo ni si quiera existe. 

Llorar en otoño le da sentido a un paseo interminable que parece sin rumbo pero tiene un propósito. Deambular imaginando una lluvia que llegue y se lo lleve todo, o discurrir entre las calles soñando con un auténtico vendaval que por fin aniquile aquellas últimas palabras, porque sellan una sentencia que no estamos dispuestos a volver a escuchar. Todo lo que teníamos y que en dos palabras se va. Y se fue, como este día que se despide un poco antes de lo acostumbrado.  

El otoño tiene melodía, se escurre entre las copas de los árboles, y es una melodía ceremoniosa que desciende nota a nota, dulcemente agotada. Acompaña su cadencia al llanto, con maestría y compás. Suena a hojas vivas y muertas en un segundo bajo los pies, ¡cuánta fragilidad!. Y tiene el repicar de las teclas, cubiertas de polvo y desencuentro, que vuelven a tomar protagonismo porque ya no queda nada más. Sólo estos pensamientos que se alivian 'negro sobre blanco' para dejarlos fluir sin que nos pudran el corazón.

El otoño tiene la luz correcta para llorar, en un parpadeo húmedo el ocre y el amarillo lo inundan todo. Es de auténtica justicia, ¿no creen?. Y está esa luz, que en la tarde alberga un fulgor cansado, como los ojos anegados que no cesan de ver ante si un imposible. Esa luz con la que hicieran magia los impresionistas, y aún los postimpresionistas. La brisa correcta, fresca y clarificadora, aunque ya siento tanto frío... Y también está el sol, en eterno castigo de salir todos los días, aunque daría yo por bueno que, al menos, se diera un descanso mañana. 

"Duración media del llanto, tres minutos", concluye el cronopio en sus instrucciones. Si, Julio, pero "al tiempo hay que negarlo".  


"Aprovechemos el otoño
antes de que el invierno nos escombre
entremos a codazos en la franja del sol
y admiremos a los pájaros que emigran

ahora que calienta el corazón
aunque sea de a ratos y de a poco
pensemos y sintamos todavía
con el viejo cariño que nos queda

aprovechemos el otoño
antes de que el futuro se congele
y no haya sitio para la belleza
porque el futuro se nos vuelve escarcha"

Mario Benedetti 

* Pintura de Vincent Van Gogh, "alameda en otoño". 

domingo, 18 de octubre de 2020

La resistencia

 (Tiene un mensaje nuevo, mensaje número siete, recibido hoy a las diecisiete y cuarenta minutos):

 - Mamá, por favor, sé que estás ahí, y también sé que ya controlas perfectamente el teléfono nuevo y el contestador. Te pido que nos hagas caso con este asunto. Papá agradecería que entres en razón. Carlos no va a poder ir porque tiene un viaje de trabajo, y los niños... bueno, tienen mil planes, pero yo llegaré mañana por la tarde. Hemos llamado a la funeraria más cercana, está a unos pocos kilómetros y dicen que ellos se encargan de todo, las flores, una música tranquila, incluso algo de picar y una estancia para nosotros solos. He visto fotos, es muy moderna y tiene buenas valoraciones. Ahí podrá ir todo el que quiera despedirse. No hay razón para tener que hacerlo en casa... en fin. Llámame cuando oigas esto. 

Mientras el pitido del contestador rebotaba en las paredes del comedor, Celinda volvía la mirada a su marido, era la hora del 'parte' y eso es algo que él nunca se perdía. 

- Vaya, los Reyes han estado en casa del paisano Delibes, el Premio a los Valores Humanos dicen que le han dado, qué gran figura este Don Miguel. A los valores humanos... fíjate cómo andamos Antonio -le decía mientras le calzaba con paciencia los zapatos-  ya dan premios por ser buena persona. Y cómo te gustaba a ti todo lo que escribía siempre de la caza. Siempre tan humilde y tan 'de aquí'. Buen hombre este Delibes. 

Volvió a sonar el teléfono sin tregua, Celinda contaba los pitidos hasta que dejase de sonar, era insufrible aquel aparato, tan insistente como la bocina del panadero por las mañanas. 

(Tiene un mensaje nuevo, mensaje número ocho, recibido hoy a las veintidós y doce minutos): 

- Mamá, me tienes de los nervios. Mira, los niños no van a poder ir, pero yo he adelantado el viaje y llegaré por la mañana, como no me dices nada he contratado el servicio de la funeraria y van de camino. Lo siento mamá, pero ¿a quién se le ocurre velar en casa? eso ya no se hace, por favor, y ¡qué pensarán todos!. En fin. Espero que estés preparada cuando lleguen, a papá lo pueden arreglar ellos, no te fatigues a lo tonto. Llámame enseguida.

Sonó el pitido y Celinda continuó con su tarea. La corbata del bautizo del primer nieto, esa le quedaría perfecta, pensó. Mientras le colocaba la camisa con sumo cuidado recordó a su madre, las oraciones de sus tías como un mantra rebotando en las paredes donde ahora lo hacía el contestador, y el silencio cálido y acogedor de esa misma estancia el día que tuvieron que despedirse de su padre. 

- Y vino el cura, claro, un verdadero consuelo. Ahora tiene tantos pueblos que solo nos toca dos veces al mes- se lamentó Celinda suspirando hondamente y persignándose. 

De repente un vehículo aparcó en la calle y llamaron a la puerta, dos golpes secos, y una voz de hombre firme y decidida:

- Señora venimos de la funeraria, ábranos por favor, nos llamó su hija varias veces y, además, tenemos otro encargo y ya vamos tarde. 

¿Tarde? - susurró Celinda- tarde para qué, hasta en el final tienen estos jóvenes prisa. 

Terminó de colocar con gran dedicación la chaqueta a su marido, le repasó con el peine una vez más el escaso pelo que tenía. Levantó sus brazos inertes y los puso sobre el pecho con suavidad y pensó que la alianza no relucía, se la quitó para sacarle brillo y cuando terminó hizo lo mismo con la suya. Mientras levantaba la mano del cuerpo para sostener su dedo anular, por segunda vez en la vida, se distrajo mirando a la estancia, pensó que realmente sobrarían sillas. Coronando la habitación solo unos recuerdos de las comuniones y algunas fotos familiares sobre el aparador, la horrible porcelana de regalo de bodas de sus tíos y la Biblia haciendo contrapeso de algunos libros viejos y una enciclopedia desgastada. 

La puerta seguía bramando y ahora otra vez el horrible pitido del contestador, pero Celinda se acomodó a su lado, sonrió a su marido y sujetó su mano con fuerza, la que estaba más cerca del corazón. 

- Antonio, mi vida, ¿has visto? somos la resistencia. 



domingo, 31 de mayo de 2020

Paralelas

Dicen que estamos en la primera fase... claro que si, porque esto no ha hecho más que empezar. Desde aquel frío enero hemos tenido que aprender de cero, otra vez, desde la nada, porque es como si antes de todo aquello no hubiera existido realmente nada. Y no lo ha hecho, no había nada igual porque sencillamente no éramos. Desde cero, desde todo lo que llevamos dentro y desde hace mucho mucho tiempo. Más tiempo del que contemplan los aniversarios que no se sabe en qué momento inundaron el calendario. Aniversarios de silencios cómplices, calendarios de años que nadie más vivió. Y entre todas esas cifras que son los días, llantos, sonrisas y un listado de imposibilidades que hemos ido destruyendo a base de paciencia, de dulzura y vanidad. No era fácil mirarse al espejo y verte en el reflejo formando parte de mí, una misma esencia, un mismo alma que se conoce demasiado y se aborrece por momentos, pero, ¿quién podría entenderte mejor? ¿quién podría ver más adentro? ¿quién podría odiarte y amarte hasta la extenuación? nos obliga una fuerza mayor que nosotros mismos, un deber vital que asumo con inmensa fortuna y curiosidad. ¿Sabes? Siempre he tenido la sensación de que hay dos vidas para cada uno de nosotros, para todos, que fluyen en paralelo y nunca llegan a tocarse, dos oportunidades al fin y al cabo. De las mías una se ha parado y la otra ha salido en tu busca como alma que lleva el diablo. De las tuyas, una se paró, y la otra ha puesto el retrovisor para verme llegar. He leído que "las lineas paralelas se hacen secantes, es decir: se cruzan en el infinito" pues bien, porque desde aquel enero ya no tengo frío, ni prisa, ni miedo.



"Querer a las personas como se quiere a un gato, con su carácter y su independencia, sin intentar domarlo, sin intentar cambiarlo, dejarlo que se acerque cuando quiera, siendo feliz con su felicidad"
JULIO CORTÁZAR




* Pintura de Egon Schiele, 1917

sábado, 21 de marzo de 2020

Siempre la poesía

Está claro que "la primavera ha venido", pero esta vez, más que nunca "nadie sabe cómo ha sido". Si Machado pudiera vernos ahora... y este año, por si no fuera suficiente solamente intuir un aroma que ya no recuerda a primaveras pasadas, ha venido un día antes de lo acostumbrado.
Ha llegado con las ganas en flor, arrasando con el hastío y con promesas de días largos y felices...
De repente suenan esas bonitas notas de Pachelbel, este texto tiene melodía, y el delirio de esta primavera prestada se hace poesía. Y eso si, eso si sabemos cómo es, la lírica nunca llega antes, siempre está para rellenar los espacios que aún reclaman dulzura y misericordia. ¡Ayúdanos! -imploro- no se aún muy bien a quién pero mi plegaria es escuchada y el silencio se rompe a versos. Se derrama en los ojos con total precisión la belleza de las palabras que nos han sobrevivido. Desfilan por los estantes con la vanidad de todo lo que nace para ser eterno y caigo en la cuenta: en ese poder encontraremos la esperanza, seamos poesía y vivamos por siempre.



"Vencido está el invierno. 
la fatiga, por fin, ¿no es algo tierno 
Que espera, que reclama
Sosiego en soledad?
Y el drama...
Siga en lo oscuro todo
Básteme ya lo oscuro de un recodo. 
Repose mi cabeza
¡Única soledad, oh sueño, firme 
Transformación! Empieza
modestamente el ángel a servirme 
Poco a poco se torna la dureza
del mundo en laxitud. ¿Es fortuna interina,
perderé?
Ganaré, creciente olvido 
negará toda ruina. 
Gran pausa 
¡Cuánto, nuevo! 
Y yo despertaré. No será lo que ha sido. 
(¿Padecerá en su ayer el maherido?)
Mi existencia habrá hincado sus raíces 
En este ser profundo a quién me debo: 
el que tan confiado, gran dormir, tu bendices. 
Todo, mañana, todo, me tenderá su cebo. 
JORGE GUILLÉN 




*Pintura Aleksandr Deineka, "Muchacha con un libro"

viernes, 11 de octubre de 2019

Albur

No es casualidad que una tarde de otoño estival se convierta en una noche fresca de lluvia casual. Ha sido 'Día de Lluvia en Nueva York' y ha sucedido en nada más que 92 minutos.
Cintas que invitan a reflexionar, sobre como un final previsible no aventura una historia previsible, nunca lo creí, por eso persigo un sueño que conozco bien. También se puede en 92 minutos albergar dudas y melancolía, puedes sentarte a ver tu vida pasar mientras comes palomitas y suena "The way you look tonight" en un reloj que marca las 6. ¡Qué a tiempo señor Allen! Pero los créditos aparecen, se encienden las luces y me regalas un mensaje millones de veces repetido, millones de veces apreciado, millones de veces reutilizado para deleite de cualquiera, y todo para hacer recordar al corazón que una promesa lanzada mil veces al infinito es una promesa sin fin ... Y llueve y llueve sin haberlo imaginado, y llueve sin si quiera haberlo deseado. A veces recibimos sin haber reclamado y tiene que venir el cielo a recordarnos que es justo, que es bueno y que si lo sabemos apreciar, es un regalo... Otro a tiempo, otra mano que aparece para sujetar mi brazo cuando el vacío se presenta más apetecible. Dicen que lo mejor está por llegar, pero si estás hecho de melancolía solo sabrás que cualquier tiempo pasado fue mejor, que si te envuelves en ella corres el riesgo de no ver las luces del presente y con ellas abrirte paso al futuro. Por hoy, ¿qué más da? Woody ha vuelto a colmarnos de humor y dulzura, ha regresado a incentivar nuestro afán por entrar a vivir en la pantalla y quedarnos en ¿Nueva York? para siempre o solo para pasear. Y has vuelto a mirarme desde dentro, y me has visto como siempre, sentada en un rincón reclamando tu mirada. Has advertido la urgencia y la necesidad, "esta esperanza que come panes desesperados". Noches de melancolía y piano bar, noches de blog o noches de azar, hoy nada de eso importa, el mundo es nuestro ¿quién lo duda?




Hablen, tiene tres minutos

De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte
entre mis dedos un momento,
y bebí una botellas de Beaujolais,
para bajar al pozo donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara
cuelgo mi piel y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo.


Excusarás este balance histérico,
entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío,
llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna
la humedad alisa sus patitas de esponja.


Máxime sabiendo que pienso en ti obstinadamente,
como una ciega máquina, como la cifra que repite
interminablemente el gongo de la fiebre
el loco que cobija su paloma en la mano,
acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas
en una sola miga de ternura.


Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos,
que nos demos un pétalo,
aunque sea un pasito, una pelusa.

JULIO CORTÁZAR

*Pintura de Jeremy Mann, New York

domingo, 22 de septiembre de 2019

Epítima

"En llamas, en otoños incendiados, arde a veces mi corazón puro y solo"
Si hay algo que empuja al alma a comenzar de nuevo es el otoño, uno cualquiera, por ejemplo este. Me descubro ante sus encantos y me postro, como las hojas, ante él.
Debe ser el esperado final abrupto de las oleadas de grados en el paladar o quizás el viento perturbador que de un momento a otro se lo lleva todo... todo. ¿Cómo no adorar el oro? ocres y amarillos por doquier, se levante el día o se acueste la tarde. Retozar en el tiempo que se acorta del teléfono y se añade a mi reloj. Vivir en las sombras, disfrutando de esa luz. Sentenciar a muerte el brillo de sudor que baña a cada figurante. Vuelven del destierro los días blancos, grises lo llaman los fanáticos del placer estival, ¿qué sabrán ellos? este rincón de condimentos no se hizo un mes de julio y nunca le sentó bien las confesiones de agosto. Bienvenidos los grises a este pequeño mundo que ansía charcos, estruendos ensordecedores, cielos rotos, noches partidas por la mitad. Sean bien recibidos aquellos que se condenaron al exilio ante un espejo cuando se alargaron los días.
Se encienden las velas y se estiran las sombras en una conversación de encuadernación gastada y cojín deforme. Es agotador leerse año tras año, repetir mantras, filias y fobias, desgastar a Cortázar en un intento desesperado por merecer su presencia bajo mis líneas; es desesperante invocar a Magritte una y otra vez aportando surrealismo a tanta insana realidad. Es abrumador -si-  pero no hoy, no ahora, a unas horas de una nueva oportunidad aceptemos el incendio... rentrée, decían. 



En la bóveda de la tarde cada pájaro es un punto del recuerdo. Asombra a veces que el fervor del tiempo vuelva, sin cuerpo vuelva, ya sin motivo vuelva; que la belleza, tan breve en su violento amor nos guarde un eco en el descenso de la noche. Y así, qué más que estarse con los brazos caídos, el corazón amontonado y ese sabor de polvo que fue rosa o camino. El vuelo excede el ala. Sin humildad, saber que esto que resta fue ganado a la sombra por obra de silencio; que la rama en la mano, que la lágrima oscura son heredad, el hombre con su historia, la lámpara que alumbra.
JULIO CORTÁZAR

* Pintura de Rene Magritte, "El incendio", 1943

jueves, 1 de agosto de 2019

Serendipia

Cuenta el cajón donde guardo los devaneos que la arrogancia de las estrellas me regaló un momento de lucidez:
quiero verte mirándome,
mirándonos,
quiero vernos mirándonos.
Si esas esferas (me gusta pensar que son enormes cajas redondas repletas de kilos infames de strass) siempre están ahí yo quiero estar en el mismo planeta que habites para compartir tu mirada y replicarte aquello de "déjame entrar, déjame ver como ven tus ojos". No es una cursilada cualquiera, no es un mensaje impreso en una horrible taza de café, ni un tuit desesperado a modo de pseudomención, es el deseo profundo de un imposible como forma de vida. ¿Quién quiere morir de realidad?, de verdad ¿no prefieres vivir en un sueño cálido y esponjoso, como de diez gramos de Valium, conmigo?
Verás, hay dos formas de ver la existencia, a tu espalda o a tu lado, yo no quiero ir delante y soportar la tediosa tarea de esperarte, odio hacer cola y tu eres tan urgente...
Este pensamiento arrogante ha venido para quedarse, quiero vernos mirándonos hasta que se apaguen cada uno de los cuerpos celestes que brillan en la noche. Hasta que muera o estalle en mil pedazos esa última maldita bola que luce allá a miles de años, y que esto no te angustie pues "al tiempo hay que negarlo".
Pero que quede claro, esto no es para siempre, solo hasta que se apaguen las estrellas.



"(...)Siempre con esa luz
de astral acetileno
que palpitaba como si quisiera
regresar a la noche..."
PABLO NERUDA

*Pintura de Joseph Lorusso