¿Sabes? es curioso, hoy ha sido una canción, ni si quiera una canción nuestra, no una que nos haya acompañado en tardes interminables ni noches en vela. Supongo que cualquier trocito de belleza empapa el alma y nos traslada a la necesidad de sacar un poco más de corazón cuando creías haberlo dicho todo.
En este rincón de condimentos hay ríos de tinta que llevan tu esencia y las de las horas de alegría y desdicha de nuestro caminar en este mundo extraño, todo bañado por un amarillo y una luz cegadoras.
Y pienso, y sabes, que hay personas que no somos capaces de recibir tanto amor, somos esas personas las que nos conformamos con querer a ratos, de a poquitos, más empeñados en dar que en recibir porque no sabemos donde guardar tanto aliento e inmensidad. Somos esos descreídos de la felicidad, poblamos la tierra diseminando dudas y dramas, y aun así seguimos vivos.
Escribo porque es más fácil deslizar letras que juntar palabras en los labios. Decía Julio que algunas desbordan el alma, cada vez comprendo más la difícil conexión entre la escritura y el mundo, una suerte de desconexión entre la realidad y el devenir de las cosas que, paradójicamente, solo se resuelve descargando tinta.
Estoy donde siempre, tras un cristal indestructible que jamás se empaña porque la nostalgia está repleta de una claridad apabullante. Desde aquí te veo, como siempre, con la gratitud de un recuerdo que no quiero borrar, en el que quiero vivir para tener la certeza de que todo ha sido real.
¿Quién puede robarnos el tiempo ahora? Nadie nos ha visto derrochar amor y comprensión a borbotones porque si en algo hemos sido exquisitos es en dar más de lo que se podía.
Y en esa canción interminable que ha venido a posarse sobre mis hombros esta tarde, he recordado una nota, guardada en el mismo cajón de los delirios que conoces bien, en ella, escrita con la premura de tus inquietas manos reza: "amo tanto tu ausencia como tu presencia. Tu ausencia me obliga a recordarte, lo indispensable que eres para mi y tu presencia me lo confirma..."
Ahora lo entiendo mejor, tu ausencia me obliga a recordarte y me confirma lo indispensable que fuiste y que eres, porque mi corazón sabe lo que guardar entero.
De alguna forma cruel comprendiste desde el principio que no tenemos cabida en este mundo, no nacimos para esto y aún la vida nos pide un último esfuerzo, nos pide que peleemos por separado, queriendo creer, debiendo creer, que así seremos más fuertes. Será porque fuimos genuinos a nuestra manera, la única que supimos interpretar. El resto, el mundo de los demás, no era el nuestro.
Al tiempo y al viento nuestro amor, como nuestra vida.
Un vez te dije que lo que nos quedaba era un sueño, en ese sueño está el triunfo sin dolor, en un tiempo y un espacio que hoy nos contempla imperturbable. Siempre podré sentir que tuve el mayor de los tesoros en tus brazos, el más grande de los desafíos en tus ojos, crecí en tu mirada, muy a pesar nuestro, y perdóneme Señor esa alegría.
Nos vemos en el futuro, en los sueños, donde nada está escrito a diferencia de esta carta vacía de excusas y explicaciones. Nos vemos donde poder ser lo que queramos sin nombres, sin el reloj pisándonos los talones. Hasta entonces, y para que nada nos separe, que nada nos una.
Me despido ya, con el deseo de que compartas conmigo las palabras de Borges, "sólo aquello que se ha ido es lo que nos pertenece", me despido hasta que suene de nuevo una canción que nos acerque, una nota perdida en un cajón que nos recuerde, un pensamiento que nos una o una cita que nos salve, porque nos pertenecemos en la inmensidad del recuerdo y de la vida.
Siempre tuya, siempre nuestros, Ohara.
"pero te quise y te quiero, aunque estemos destinados a no ser..."
* Cuadro de René Magritte, "La Gratitud Infinita"