jueves, 1 de agosto de 2019

Serendipia

Cuenta el cajón donde guardo los devaneos que la arrogancia de las estrellas me regaló un momento de lucidez:
quiero verte mirándome,
mirándonos,
quiero vernos mirándonos.
Si esas esferas (me gusta pensar que son enormes cajas redondas repletas de kilos infames de strass) siempre están ahí yo quiero estar en el mismo planeta que habites para compartir tu mirada y replicarte aquello de "déjame entrar, déjame ver como ven tus ojos". No es una cursilada cualquiera, no es un mensaje impreso en una horrible taza de café, ni un tuit desesperado a modo de pseudomención, es el deseo profundo de un imposible como forma de vida. ¿Quién quiere morir de realidad?, de verdad ¿no prefieres vivir en un sueño cálido y esponjoso, como de diez gramos de Valium, conmigo?
Verás, hay dos formas de ver la existencia, a tu espalda o a tu lado, yo no quiero ir delante y soportar la tediosa tarea de esperarte, odio hacer cola y tu eres tan urgente...
Este pensamiento arrogante ha venido para quedarse, quiero vernos mirándonos hasta que se apaguen cada uno de los cuerpos celestes que brillan en la noche. Hasta que muera o estalle en mil pedazos esa última maldita bola que luce allá a miles de años, y que esto no te angustie pues "al tiempo hay que negarlo".
Pero que quede claro, esto no es para siempre, solo hasta que se apaguen las estrellas.



"(...)Siempre con esa luz
de astral acetileno
que palpitaba como si quisiera
regresar a la noche..."
PABLO NERUDA

*Pintura de Joseph Lorusso

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