sábado, 20 de abril de 2019

Vanidades

"En esas noches que solo escribo pretextos..."

Las horas, el inexcusable talento del silencio es ahora más que nunca un consuelo inesperado.
¿Qué favor nos hacemos cuando todo lo que llevamos dentro busca un hueco donde encajar? Una sonrisa de aceptación, un acomodo ridículo y conveniente, un pintoresco momento donde nada importa salvo mostrar.

Lo aceptamos todo, lo damos por bueno para seguir después a una cosa tras otra, sin detener la maquinaria a reflexionar un solo instante sobre si eso o aquello es de verdad lo más razonable. La indignidad de hacer una montaña de sentimientos y escupir sobre ellos es solo un alto en el camino, todo puede ser más indigno y aún todo puede ser un poco peor.

Vamos a intentarlo una vez más, solo una, y mientras a formular una pregunta ocurrente y bien parecida, de esas que realmente no cuestionan casi nada pero que invitan a la reflexión de cualquiera con unas ganas tremendas de mostrarse: ¿pensáis que cuando uno se cree realmente su personaje y acepta su naturaleza se acaba arrepintiendo de no haber vivido como los demás?
Y además, si me cabe aún otra: ¿creéis que a alguien le importa?
"Vanidad de vanidades- dijo el predicador- todo es vanidad".

Es realmente un desconsuelo atroz, pensar que lo que ayer no tenía ningún valor hoy te come las entrañas, que lo que te prendía fuego por dentro, hoy te congela cada centímetro de la piel. La volatilidad de los labios que no piden y lo dan todo, la desgarradora sinrazón de querer darlo todo prestando luz donde no hace falta. Regalando luz, en un nuevo acomodo para el alma, cuando ya no sirve para alumbrar nada.

Pero tengo una buen nueva, no todo está perdido, son solo las tres de la mañana y sin hacer ruido recordad: "en la cama del amante la magia duerme poco pero se acuesta antes". Silencio entonces, silencio.

"(...)Y con sueño de nuevo 
se volvió lentamente 
adonde nadie 
sabe de nadie. 
Adonde acaba el mundo"
Luis Cernuda


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