sábado, 7 de octubre de 2017

Ocaso

Rendida a la intención manifiesta de correr tras la luminosidad,
abandonada a la sensación de sucumbir al cambio,
Persiguiendo sombras propias,
corriendo en círculos.
Odiando el aire ardiente aún,
asfixia de un recuerdo…
antaño placer estival.

Fotografiando oleadas de grados en el paladar,
materializando el tiempo en ese oleaje de termómetro.
Añorando el viento, con la mente en el deseo frío.
La desesperación de un otoño que no llega.

Me acostumbré a verte en el cambio de luna,
cuando mengua la luz y crece la incertidumbre y la oscuridad.
Este reloj no termina de derramar arena al fondo del tiempo
estos párpados no se rinden.

Cuando queda nada para nada
y se resume el cielo en mis entrañas,
el espejo responde frente a la pregunta de mi mirada:
¿no puedes vivir sin él?
sí, pero no quiero.



En llamas, en otoños incendiados, 
arde a veces mi corazón, 
puro y solo. El viento lo despierta, 
toca su centro y lo suspende 
en luz que sonríe para nadie: 
¡cuánta belleza suelta! 

Busco unas manos, 
una presencia, un cuerpo, 
lo que rompe los muros 
y hace nacer las formas embriagadas, 
un roce, un son, un giro, un ala apenas; 
busco dentro mí, 
huesos, violines intocados, 
vértebras delicadas y sombrías, 
labios que sueñan labios, 
manos que sueñan pájaros... 

Y algo que no se sabe y dice «nunca» 
cae del cielo, 
de ti, mi Dios y mi adversario.
OCTAVIO PAZ

* Pintura de Vincent Van Gogh, El viñedo rojo cerca de Arlés".

4 comentarios:

  1. ¡Bonito! Qué palabra tan bonita: Nunca. ¡Saludos desde Morelia (México)!

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    1. "Nunca" es tan bonito y tan inexplicable como "siempre". Gracias por leer! :)

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