lunes, 30 de enero de 2017

Mea culpa

Perdóname, padre, porque he pecado.
Es ahora cuando pongo sobre la mesa la realidad que todos han experimentado alguna vez: nada pasa, todo queda, solo duerme. Se ha despertado la ansiedad que ansiaba todo lo que me daba.
Soy culpable de no gestionar la intensidad ni los tiempos, ¿cómo podrán los demás mantenerse en la cuerda de este circo sin caer al vacío diecisiete mil veces?
Soy culpable de darlo todo cuando me apremia el corazón y no saber defenderme cuando ya no puedo dar nada.
He pecado, de soberbia y de ilusión. He pecado soñando que lo peor de mi aflora para lucharte, con quién haga falta. Soy culpable, de destrozar mis posibilidades y tragarme la amargura que yo misma patrociné de por vida. Mi vida, mis días, mi amargura infinita.

Saboreo cómo le sientan a mis pies los tuyos, en una suerte de empatia que ya creía tener. Y es cierto, duele, duele tanto que ahoga. Nunca imaginé que hubiera podido infringir este desaliento.
Y, además, no es suficiente, el dolor nunca arrecia, solo se duerme... y he despertado, llevándome las noches en vela de tu almohada a la mía, compartiendo en dúo sádico con la soledad.
Me pesa, me destroza, me ahoga el recuerdo. Me mata, me quema, me arde por dentro.
Ahora deambulo por las palabras buscando un consuelo que nadie puede otorgarme y es que nada pasa, todo queda, solo duerme.

"Inmune a las miradas 
que me quieren rozar .. 
me esfumo, lo asumo, lo juro .. "


Fui tu sangre, tú mi espejo, la osadía.
Fui tus días, tú mi piel, el abrazo.
Fui la lágrima, la esperanza y la risa...
¿Alguien podría haberte amado más?

Perdóname, padre, porque he pecado. Penitente me dirijo hacia abajo, al fondo de todo, donde la luz no acaricia ni las mañanas ni las tardes, donde no se nos están concedidas las segundas oportunidades.

Ahora, ¡mírame, no dejes de mirarme! he de conformarme, ya solo me queda un privilegio: hacerme grande en tu mirada.


Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados, qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor sabiendo que el placer es ese esclavo innoble que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.
Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni esperanza.Solo en mi casa abierta sobre el puerto otra vez empezar a quererte,otra vez encontrarte en el café de la mañana sin que tanta cosa irrenunciable hubiera sucedido.Y no tener que acordarme de este olvido que sube para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos y no dejarme más que una ventana sin estrellas.


JULIO CORTÁZAR

*Pintura de Marlene Dumas.

1 comentario:

  1. El manto de tierra que cubre la pena es fértil. El amor florecerá, seguro. La amistad profunda y el querer sincero acompañarán un camino irremediablemente juntos que te hará grande ante su mirada. "A veces, se desacelera la vida"... y no hay culpas.

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