martes, 1 de noviembre de 2016

El año que no tuvo otoño

Escribo bajo demanda de las emociones.
Delineo las letras que forman sentencias con los impulsos que me brotan del corazón, nada más y nada menos.
Por eso entiendo la premura de tu olvido y tu inocente querencia hacia mi memoria.
Lo entiendo porque ya lo he escrito antes.
Pero nada de esto obliga a mi caprichosa insistencia a no imaginar cuando quiera como le sienta a mi piel tus manos. Es recuerdo y es anhelo, nunca podrías tocar de la misma manera lo que no es igual a cada minuto.
Crece la incertidumbre mientras no estamos compartiendo el aire y se hace grande la certeza del olvido acordado. Además, es otoño y no llueve, no existen días blancos que empujen la voluntad hacia afuera, que dispongan mis manos a pelear bajo el torrente y olvidar más rápido.

Te ganaste mi alma en una partida desigual, me cobraré la deuda cuando cierre los ojos...
Y, pese a no querer defenderme, a "rendir mis naves en tu mar" y aceptar el devenir de las cosas como tantas y tantas veces, hoy si, me complace recordar que  "el sol es para todos, la playa es para quién la merece"...


"No tienes tú la culpa si en tus manos 

mi amor se deshojó como una rosa: 
Vendrá la primavera y habrá flores... 
El tronco seco dará nuevas hojas. 



Las lágrimas vertidas se harán perlas 
de un collar nuevo; romperá la sombra 
un sol precioso que dará a las venas 
la savia fresca, loca y bullidora. 



Tú seguirás tu ruta; yo la mía 
y ambos, libertos, como mariposas 
perderemos el polen de las alas 
y hallaremos más polen en la flora. 



Las palabras se secan como ríos 
y los besos se secan como rosas, 
pero por cada muerte siete vidas 
buscan los labios demandando aurora. 



Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera! 
¡Y toda primavera que se esboza 
es un cadáver más que adquiere vida 
y es un capullo más que se deshoja!
ALFONSINA STORNI

* Pintura de Vasili Kandinski, Autumm II, 1912.

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