lunes, 28 de octubre de 2013

En la nada


Encontré el descanso donde el sol acostumbra
donde mueren las doce horas que alumbra
conseguí alcanzar el último suspiro
abrazarme a él y dormir tranquilo.

Las doce que sublime cerraron mis ojos
sigilosas anudaban los recuerdos a su antojo
surqué las lunas que reclamaban mi regreso
anduve por la tierra que nueva me recibió
recordé por qué hallar allí reposo:
tu sombra vino
por un millón de lágrimas cortejada,
música de otro mundo,
de costumbre, flores encantadas.
Aroma que flota, gime y calla
la noche encendida de esperanza.

Muere súbitamente el anhelo, 
los párpados de regreso abiertos
tocan las doce de mañana,
no estás tú… ni tu sombra
el comienzo de la nada.



"Selló el sueño mi espíritu

y miedo no sentía:
ella me parecía como algo que no siente
el roce de los años.
No tiene movimiento ya, ni fuerza,
no oye ni ve nada;
mezclada con el curso diario de la tierra,
con las rocas, las piedras y los árboles"
William Wordsworth


* Pintura de Edgar Ende, "Das Tuch".


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