Ya estás ahí, entre tanto bullicio no sé si
me oyes pero he de decirte que te quedan tres minutos para desaparecer de mi
vista, apenas unos segundos para traicionar el deseo de mi boca. Cuatro metros
para que te des la vuelta y prives a mis ojos de los tuyos, en dos parpadeos.
Me incomodan las ganas, acobardan mi voluntad con sus gritos desesperados. Me
quedan treinta segundos para dar tres pasos y rozar tímidamente tu espalda. Mi
corazón marca el ritmo, nos da la pauta ¿no lo oyes? Tres, dos, uno… otro tren
que se marcha, otro flechazo que no acaba…
Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.
Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.
Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;
y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.
Rubén Darío
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.
Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.
Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;
y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.
Rubén Darío
*Pintura de René Magritte "Time Transfixed" 1938
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