
Ella decidió que su vida sería lo que quisiera, una vida ordenada y feliz, sin grandes pretensiones ni giros espectaculares. Cauta en el ardor de su juventud tuvo la oportunidad de dejarse querer y quiso, tanto que el amor pasó a formar parte de su vida, rigió sus pasos y le acomodó el alma.
Caminó miles de kilómetros repitiendo las mismas calles, infinitas veces. Se paró en el tiempo y pese al amor detuvo su propia vida pera echar a andar al compás de otros pies.
Quiso dejar constancia de su decisión y algo creció dentro de ella dando buena cuenta de sus deseos y ansias de futuro. Nació y cambió su vida, ya no caminaba al compás de aquellos pies, ahora se movía acorde a un nuevo ser.
Cuando el amor parecía no ser suficiente se acogía a ese pequeño placer y sonreía pese a que nadie dijo que vivir fuera fácil. Y nadie se lo puso fácil y en el silencio y la discreción hizo grande su vida. Quiso volver a sentir que todo lo que había deseado podía verse perpetuado en otros pies, distintos pero igualmente suyos...y a pesar del amor ya tuvo dos razones para seguir.
Cuando el amor le dio la espalada por ser cobarde y poco ambicioso ella sintió que todo podía salvarse, por el tiempo vivido o por aquellos pares de pies que ya le marcaban el camino de nuevo.
Y decidió que ella no era lo bastante importante como para privarles de los mínimos caprichos y que todo lo que hiciera en adelante sería única y exclusivamente para ellos y no para sí. Porque esa era su obligación vital y no había mayor satisfacción.
Y con el tiempo, el amor tranquilo y acostumbrado, mira al pasado con curiosidad, analizando si todo podía haber sido diferente, siempre consciente de que le faltó arrojo o valentía para ser más que eso; pero mira al presente y ve que todo lo que no pudo tocar forma parte de la vida de esos a los que más quiere y su alma se calma, siente que así ha vivido y siempre sonríe, siempre.
"Madrecita mia, madrecita tierna, dejame decirte dulzuras extremas. Es tuyo mi cuerpo que juntaste en ramo deja revolverlo sobre tu regazo. Juega tu a ser hoja y yo a ser rocio, y en tus brazos locos tenme suspendido. Madrecita mía, todito mi mundo, dejame decirte los cariños sumos"
Gabriela Mistral
Ojalá alguien, alguna vez, escriba algo así de mí. No pienso estropearlo con intentos literarios. Enhorabuena. ;)
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