domingo, 6 de mayo de 2012

Abnegación

Ella decidió que su vida sería lo que quisiera, una vida ordenada y feliz, sin grandes pretensiones ni giros espectaculares. Cauta en el ardor de su juventud tuvo la oportunidad de dejarse querer y quiso, tanto que el amor pasó a formar parte de su vida, rigió sus pasos y le acomodó el alma.
Caminó miles de kilómetros repitiendo las mismas calles, infinitas veces. Se paró en el tiempo y pese al amor detuvo su propia vida pera echar a andar al compás de otros pies.
Quiso dejar constancia de su decisión y algo creció dentro de ella dando buena cuenta de sus deseos y ansias de futuro. Nació y cambió su vida, ya no caminaba al compás de aquellos pies, ahora se movía acorde a un nuevo ser.
Cuando el amor parecía no ser suficiente se acogía a ese pequeño placer y sonreía pese a que nadie dijo que vivir fuera fácil. Y nadie se lo puso fácil y en el silencio y la discreción hizo grande su vida. Quiso volver a sentir que todo lo que había deseado podía verse perpetuado en otros pies, distintos pero igualmente suyos...y a pesar del amor ya tuvo dos razones para seguir.
Cuando el amor le dio la espalada por ser cobarde y poco ambicioso ella sintió que todo podía salvarse, por el tiempo vivido o por aquellos pares de pies que ya le marcaban el camino de nuevo.
Y decidió que ella no era lo bastante importante como para privarles de los mínimos caprichos y que todo lo que hiciera en adelante sería única y exclusivamente para ellos y no para sí. Porque esa era su obligación vital y no había mayor satisfacción.
Y con el tiempo, el amor tranquilo y acostumbrado, mira al pasado con curiosidad, analizando si todo podía haber sido diferente, siempre consciente de que le faltó arrojo o valentía para ser más que eso; pero mira al presente y ve que todo lo que no pudo tocar forma parte de la vida de esos a los que más quiere y su alma se calma, siente que así ha vivido y siempre sonríe, siempre.

"Madrecita mia, madrecita tierna, dejame decirte dulzuras extremas. Es tuyo mi cuerpo que juntaste en ramo deja revolverlo sobre tu regazo. Juega tu a ser hoja y yo a ser rocio, y en tus brazos locos tenme suspendido. Madrecita mía, todito mi mundo, dejame decirte los cariños sumos"


Gabriela Mistral



1 comentario:

  1. Ojalá alguien, alguna vez, escriba algo así de mí. No pienso estropearlo con intentos literarios. Enhorabuena. ;)

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