lunes, 4 de enero de 2016

Lluvia serena...

"No son días grises, son días blancos..."

No es posible hacer como que el agua no rompe contra el cristal. Imposible desoir la rutina húmeda que golpea nuestra cabeza. Escurre por la sien el esfuerzo de la nube, el arrebato  que el cielo tiene preparado para deleitarnos otro rato más.
"Charcos y más charcos", qué fortuna más ridícula... buscar y buscar y estaba ahí... tras la ventana, bajo el vendaval, entre las cortinas de agua: el destello de luz que calienta el corazón,
un beso resbaladizo contra el cristal, el vaho que precedió al eco... un eco enamorado de melancolía y pasado. Un beso calado de lluvia y recuerdo. Un abrazo a tientas con el viento...
La vorágine del eterno retorno que tiene el gris en su centro, girando sobre si mismo, encerrando toda la luz...

La luz que vemos es nuestra, nos arropa y envuelve contra toda oscuridad, yo voy a hacer mía la de este día blanco, puro y limpio como el inicio de todas las cosas, como un principio sin final, como un principio sin miedo al fin.



"
"La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
la que derrama vida sobre las sementerasS
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentágrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje! "

Federico García Lorca





* Pintura Vincent Van Gogh, "Trigal bajo la lluvia".

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