Anochece otoño bajo un manto de agua fiera.
Asoma el momento de la transición.
¿Cómo acomodar el alma a tal explosión de vida?
Retomar el tono, el paso rápido, abrir la boca al aire, con arrojo quizás al viento.
Reconquistar lo perdido, por lo menos lo necesario para un casi invierno, largo.
Aprovisionar el letargo esperado.
Viene repleto mi reloj de hojas viejas.
No puedo evitar quererlas, testigos ocres de mi esperanza.
Llenar esta despensa vacía de un poco de esto, un poco de aquello, si no quieres ya no llenarla de ti. Puedo hacerla rebosar de tu ausencia... pues aún me queda el recuerdo de la intimidad del tiempo, en otros otoños.
"El cárdeno otoño
no tiene leyendas
para mí. Los salmos
de las frondas muertas,
jamás he escuchado,
que el viento se lleva.
Yo no sé los salmos
de las hojas secas,
sino el sueño verde
de la amarga tierra"
no tiene leyendas
para mí. Los salmos
de las frondas muertas,
jamás he escuchado,
que el viento se lleva.
Yo no sé los salmos
de las hojas secas,
sino el sueño verde
de la amarga tierra"
ANTONIO MACHADO
* Pintura de Vincent Van Gohg, "Camineros en el Boulevard de Victor Hugo en Saint Remy", 1889
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