¡Bienvenido 2011! y con él todas las ironías del mundo.
Por donde empiezo...
El 2010 tuvo tantas cosas buenas como malas, asi que no hago balance, el bien y el mal quedaron en tablas un año más. Lo único que me llama la atención de estos 365 días es el comprobar que son exactamente iguales que los 365 días de hace 730, es decir, que no cambio, evoluciono. Por mucho que las promesas de enero estén marcadas en mi mente a fuego hago caso omiso y subo otro escalón. El miedo se apodera de mi cuando mi cabeza me recuerda que no es eso lo que habíamos pactado, que estoy faltando a mi palabra, que estoy tensando la cuerda hasta límites insospechados. El probema real es que ella y yo nunca nos hemos llevado bien; empezamos con un pacto sencillo, como aquel que Fausto hizo con quien no debía y poco a poco fue apoderándose de su escaso juicio. Yo le prometí sumisión y ella orden, yo obediencia y ella pequeños retazos de placer controlados. Pero no era sufuciente, quiso también apoderarse de mi voluntad y yo le recordé que el corazón existe para algo más que para proporcionar ritmo vital; ella me dijo que no era fiable y en esas estamos.
2010. Agradecimientos, tantos que no tengo tiempo para conciliar mi eterna lucha con la que manda y escribirlos aquí. Siempre se olvida alguien y ¡solo me faltaban los remordimientos!
Dos cosas si tengo bien claras, una es que no dejaré de coquetear con la vida porque ella no quiere soltarme, es celosa de mi existencia y dejarse querer de vez en cuando es agradable...
La segunda es que espero que este año sea lo suficientemente fácil como para que lo bueno y lo malo queden en tablas otra vez y la de ahí arriba me deje en paz... mientras tanto, me entretengo buscando grandes humaredas a las que arrimarme ...
"Que el que quiera el bien, empiece por ser bueno. El que desea la alegria modere su sangre, el que busca buen vino, pise racimos maduros, el que quiera ver milagros que fortifique su fe"
Fausto. Goethe
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