La aversión filofóbica a perpetuar la felicidad se hace patente ante nuestra mirada... una mirada que ya no está cortada por miles de pixeles, encerrados en un tubo de luz. Una mirada, la nuestra, que ya no tintinea a la sombra de aquella vela... que no se intuye en la distancia. Nuestra mirada limpia y directa al infinito, a tres centímetros culpables. ¿Cómo puede caber tanto en tan poco espacio? Hemos hecho una playa de un grano de arena... Y no se podía, pero lo hemos hecho. Como las cosas que parece están caladas de imposibilidades.
A tres centímetros desde donde proyectamos los deseos que nos sugiere el otro. en silencio, haciendo apuestas al destino, desdiciendo lo que piensas, diciendo lo que no quieres pensar, enjuagando los términos de un contrato no escrito que, queriendo o sin querer, compromete. Compromete como un pacto de caballeros, un apretón de manos, compromete a querernos otro rato, un poco más...
Ella
"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua"
JULIO CORTÁZAR
* Pintura de Francis Picabia, 1927.
No hay comentarios:
Publicar un comentario